Don't let me down Osuna (No me falles)

Opinión - Editorial

www.nosolomerida.es | Osuna "juega a la ruleta rusa” con los empresarios de la ciudad

Veníamos de unos años muy duros. El alcalde de Mérida, Pedro Acedo Penco, había vuelto a ganar y la “mayoría” de la ciudadanía se preguntaba que cómo podía haber ocurrido eso (Pedro Acedo tenía acusaciones-denuncias de malversación, prevaricación,  apropiación… y todo los delitos acabados en ón. Ha pasado más de un lustro y por A o por B, Acedo “está limpio ante la justicia”. Si hubiera existido algún delito ya estaban prescritos. Sobre el asunto de Pedro Acedo punto final.

La sociedad emeritense deseaba, necesitaba un cambio. Todos estaban convencidos que el PP no podía seguir en el gobierno. Llegó el miedo. O ellos o nosotros. Aparecieron los nuevos: “Fuera el viejo estilo”. Pasaron las elecciones. Los nuevos ilusionaron…ufff, se pasó la ilusión. Continuaron los mismos.

PP y PSOE, no en ese orden, volvieron a dominar el panorama político municipal y fue entonces cuando las promesar se convirtieron en losas para el ganador. Un nuevo alcalde. La ilusión apareció. Había prometido “comprar pan para todos”. Han pasado los meses “el pan” no ha llegado ni a una décima parte de los que recibieron promesas.

Antonio Rodríguez Osuna ha decepcionado a la gran mayoría de los emeritenses, entre ellos hay una gran cantidad de personas de su mismo partido.  Hemos podido comprobar cómo el demócrata socialista, que lleva viviendo de la política unos 20 años, ha olvidado sus promesas “banales” para hacer de su alcaldía un “reino faraónico”. No acepta las decisiones del máximo órgano municipal “El Pleno”. Si no se vota lo que él propone, se busca las artimañas necesarias para hacer lo que quiere.  

Lo que quiere, Osuna, es hacer las cosas a su ritmo. Nadie sabe por qué, ni para qué lo hace. Pero sus maneras están “dacapitando” el pequeño negocio de la ciudad.

Ya hablaremos otro día de cuestiones diferentes pero hoy vamos a contar la que están sufriendo algunos empresarios de hostelería.

Hace unos años, gobernaba el PP, llegó el boom de las terrazas. La ciudad se convirtió en un parque comercial de formatos y modelos. No había dos iguales. Cada empresa instaló la que su negocio y bolsillo le permitió.   

El Ayuntamiento vivió una subida de tasas de terrazas hosteleras increíble. Todos contentos. El municipio ingresaba por la proliferación de las mismas. Las cafeterías, café, bares, restaurantes y otros negocios de hostelerías se vieron obligados a su instalación. Te sumabas a la moda o te quedabas fuera del mercado.

Pero llegó un nuevo alcalde. Osuna, como si de un dictador se tratara decidió uniformarlas todas. Se vistió de elegante alcalde y preparó una Ordenanza. Hasta aquí todo bien. Tu llevas a tus hijas/os a un colegio y a mitad de su formación te obligan a que usen uniformes. ¿Qué haces? Pues por no desmantelar el hábitat del zagal, lo vistes de hormiguita y que marque el ritmo tamborileado por la nueva dirección.  

LA ORDENANZA PARA LAS TERRAZAS DE HOSTELERÍA


Nadie puede impedir que un gobierno demócratamente elegido paralice sus propuestas o programa electoral. Ah, ¿qué cuando llegan al poder no cumplen su programa y hacen lo que les viene en gana? Habrá que exigirles que se comprometan ante notario y si no las cumplen que dejen el cargo. Ah, tampoco, que eso también lo han hecho y no pasa nada.

La nueva Ordenanza, como decía, está en vigor. Pero no para todos los empresarios de la ciudad.

Cuando algo cambia en una ciudad se les da bombo y platillo. Se supone que es algo que mejorará la vida a los ciudadanos y empresarios. Pero resulta que la Ordenanza de Ocupación de Vía Pública no es para todos, sólo para unos pocos.

Hace unos días estaba en un establecimiento hostelero y sin querer escuche una conversación entre trabajadores del Ayuntamiento de Mérida y el propietario:

La historia iba sobre una terraza “ilegal con la nueva ordenanza”. Hace dos años y poco cumplía todas y cada una de las exigencias que requería el Ayuntamiento de Mérida.

Al parecer este empresario emeritense ha recibido unas indicaciones para que desarme la terraza con cubierta que tiene actualmente, que fue la que realizó bajo las exigencias de la anterior Corporación. Le dan un plazo para que adecúe el espacio con el nuevo estilo y exigencias que contempla la normativa aprobada por Osuna.

Si no lo hace, desmontar y adecuar la terraza, que le costó cerca de 6.000 euros, “pagará las consecuencias”.  

Casualmente conocía a los dos trabajadores del Ayuntamiento y una vez que finalizaron la conversación profesional mantuve una breve conversación con ellos.

Les pregunté si el –Ayuntamiento había decidido cambiar todas las terrazas al mismo tiempo. “No, creemos que no. Se va indicando a cuentagotas” (La conversación no es literal, pero el contenido es fidedigno). ¿Estáis avisando a todas las empresas que necesitan los permisos del Ayuntamiento? No, sólo a las que nos indican.  

De distintas formas y maneras me informé que a unas empresas se les está exigiendo que se cumpla la nueva Ordenanza y la gran mayoría aún no han sido advertidas ni avisadas de las modificaciones exigidas a unos pocos.

Después hablé con el empresario y me contó toda su versión. De la cual deduzco lo siguiente.

Antonio Rodríguez Osuna, alcalde de Mérida, está perjudicando a algunas empresas de Mérida y por lo tanto beneficia a otras.

Antonio Rodríguez Osuna debería tener una reunión con todos los empresarios hosteleros de la ciudad y decirles: “Sres. la Ordenanza está para cumplirla. Tenéis de plazo X meses y después si no lo cumplís cerraré ese espacio que autoriza el Excelentísimo Ayuntamiento.  

¿Por qué Osuna no hace las cosas con sentido de ecuanimidad?  Porque sabe que entonces podría crear una revuelta y que surgiera un movimiento de empresarios hosteleros contra su forma de gobernar. Por lo que ha creído que ir a por los más “débiles” uno a uno, sin tiempo y sin prisas para que vayan cumpliendo una Ordenanza que se hace cumplir a todos o se revoca en un Pleno, de los que Osuna se salta cuando las cosas no salen como él quiere.

El caso es que cada día se abren más terrazas y unos cumplen la Ordenanza y otros no. Unos reciben la visita y escritos del Ayuntamiento y otros no. ¿A esto cómo se le llama en política? La euforia de  "Osuna no nos falles" de hace unos años, cuando se convirtio en alcalde, se ha convertido en ¡ufff, vaya decepción!

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