Tiene cinco años y si por los servicios sociales del Ayuntamiento de Mérida y la Junta de Extremadura fuera estaría viviendo en la calle

Mérida

www.nosolomerida.es | El alcalde de Mérida, Antonio Rodríguez Osuna, conoce la situación de esta familia y hasta hoy no ha dado “señales de vida”

Es muy cruel ver que una niña podría estar viviendo en la calle. La sociedad actual, marcada por las leyes aprobadas por nuestros políticos, permite que una criatura de cinco años se vea envuelta en la desgracia familiar. No tener un trabajo sitúa a cualquier ciudadano “normal” en la marginalidad más absoluta.  Las leyes y los políticos te quitan lo que con la Constitución  garantiza.

El abandono sufrido por la familia, Sara Navarro, Carlos Javier Roldán y su hija de cinco años, desde que el pasado martes entregaron las llaves de una vivienda ocupada ilegalmente es de total desamparo por parte de las administraciones, local y autonómica.

Escuchar la historia de Sara y de Carlos te deja desgarrado. Son tan jóvenes y han vivido tanto que seguramente envejecerán mucho más rápido que el resto de las personas.

UNA NUEVA VIDA CON QUINCE AÑOS


Sara y Carlos se conocieron muy jóvenes, catorce y dieciocho años respectivamente, el amor les llevó a tener una hija, con cinco años en la actualidad. Con lo que Carlos cobraba en aquella época se marcharon a vivir a un piso en alquiler.

Muchas veces culpamos de la situación precaria a las personas que las sufren. Juzgamos demasiado rápido sin conocer sus experiencias.

Carlos ha trabajado de sol a sol por poco más de cuatro ciento euros. Nos ha contado que una empresa muy importante de transporte le pagaba poco menos de quinientos euros por hacer hasta dieciocho horas diarias, de 6 de la mañana hasta las 10 de la noche. Le despidieron hace año y medio y aún está esperando, como le prometió el gerente, que le vuelvan a llamar con las mismas condiciones. ¡Eso es estar dispuesto a trabajar!

Trabaja en puestos de mercadillos, por 15 euros al día, cada vez que le llamen. Va a recoger fruta o lo que sea al campo cada vez que le avisan.

Su primer despido lo sufrió cuando en la bocatería que trabajaba le querían dar 3 días de descanso por tener a su hija. Él solicitó los 15 días que le correspondían, cuando se incorporó le despidieron.

Entre un trabajo y otro siempre pagaban el alquiler de la vivienda. Pero desde que lo despidieron con lo que cobraba en el paro empezaron las dificultades. El dinero por desempleo era menos que el que tenían que pagar por el alquiler. Hablaron con la dueña de la vivienda que no quiso saber nada de rebajas ni ayudas para el pago mensual. Las administraciones le dijeron que no había ayudas para el alquiler (El pasado martes, le informaron que hay ayudas para el alquiler y que la información que le dieron en aquellos momentos no era correcta). No pudieron seguir pagando y la propietaria puso el asunto en manos de la justicia. Sara y Carlos se veían, por primera vez, en la calle.

SU SEGUNDO HOGAR, OCUPADO ILEGALMENTE


Antes de abandonar el piso alquilado que no podían seguir abonando, una vecina de la madre de Carlos les dio una llave de una vivienda, que han ocupado ilegalmente hasta el pasado martes.

Sara está en tratamiento médico, las dificultades que le ha deparado la vida no son para menos. Es una pareja “normal”, la pobreza no es una enfermedad, es una situación por las que muchas personas no pensaban pasar y sin embargo las decisiones políticas han conseguido que se llegue a ella sin darte cuenta. Las políticas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, nos inquietan, cuanto menos. Los españoles no podíamos creer que sus promesas electorales serían realizadas, en España estamos acostumbrados que las promesas electorales no se cumplen.

“Doctor quiero que me ingrese en el psiquiátrico” eso le dijo a su médico y allí terminó. “Allí se está muy bien. Comes varias veces al día y a tus horas. Tienes la mente despejada. Te duchas todos los días con agua caliente…” así nos cuenta Sara su experiencia. Cuando Carlos pasó por la cárcel: Recién cumplido los 18 años y con necesidad para comprar alimentos y pagar el alquiler le dijeron que en una obra había chatarra y allí se fue él al recoger lo que encontrara. Algunas cosas eran de valor y le costó pagarlo con 6 meses de prisión. “Ha sido mí único delito y no volveré a robar jamás” nos sentencia Carlos.

Qué vida hay que llevar como para asegurar que la reclusión en un centro psiquiátrico es buena. Destacar que allí se come varias veces al día y te puedes duchar con agua caliente, no es lo más justo para una “niña” de 20 años. Pero les aseguro que así es como lo ha contado Sara. “Sin Carlos yo no puedo seguir adelante, si él no está yo quiero estar en el psiquiátrico, allí me despreocupo de todo y tengo todo lo que hace falta para vivir bien” dice tan sinceramente Sara, que duele escucharlo.

El pase por la cárcel ha dejado a esta joven familia marcada para los servicios sociales: “No tenemos derecho a una vivienda social porque tengo antecedentes penales. Fue un fallo que cometí en mi vida y nunca más volveré a cometerlo” nos repite Carlos. “Necesito y quiero un trabajo porque tengo que ocuparme de mi hija y de mi pareja, no quiero una pensión quiero un trabajo. Estoy entregando currículos en muchas empresas, pero me cierran las puertas por mis antecedentes. Esto tiene que pasar ya, estoy dispuesto a trabajar de cualquier cosa que me ofrezcan y no defraudaré a mi jefe”. Tanto es así que Carlos aún sigue esperanzado que el gerente de la agencia de transporte le volverá a llamar para trabajar, hasta 18 horas por menos de 500 euros.  “Con los 500 euros podría alquilar una vivienda y llevar la comida a mi hogar” nos dice optimista.

LA HAN ENGAÑADO PARA QUE ENTREGUE LA VIVIENDA


La trabajadora social le garantizó que le daría la Renta Básica si entregaba la vivienda de la Junta de Extremadura que ocupaban ilegalmente. Sara no dudó y dio el visto bueno.

Personas de su entorno que tienen mucha experiencia con la aprobación de la Renta Básica manifiestan que la forma con la que le han concedido la ayuda social tiene pinta de haber sido un chantaje y un engaño para que entregue las llaves de su hogar. “Llevo casi 10 años solicitando una vivienda social y no me la han concedido. 6 años llevo de ocupa y no pienso irme, si me desahucian al día siguiente me entro en otra que esté vacía” nos cuenta una señora que tiene tres hijos con la que coincidimos el día que Sara fue a entregar las llaves. “No les de las llaves de tu hogar, no te solucionarán la vida. Mi experiencia así lo confirma” le volvió a repetir, la señora a Sara. “Yo soy una persona de palabra, me comprometí a entregar las llaves y eso es lo que voy a hacer. Me han asegurado que en cuanto entregue las llaves me darán otra” le responde la ingenua de Sara.

ENTREGA DE LAS LLAVES


Sara y Carlos, no llegó a entrar pues no llevaba el DNI, acompañados por la presidenta de Mérida Solidaria, Ana Naranjo, y por quién les cuenta la historia, nos dirigimos a la Consejería de Sanidad y Políticas Sociales, en la que una Trabajadora Social la atendió e informó muy amablemente. Allí le expuso con claridad que el desahucio estaba muy avanzado y que se podría llevar a efecto la próxima semana o dentro de seis meses, pero que se realizaría porque estaba todo preparado a falta de una firma. Las ventajas de entregar el piso de la Junta de Extremadura “por las buenas” llevaba una recompensa muy importante: Se eliminaría todo el expediente negativo y por lo tanto podría optar a una vivienda social de la Junta de Extremadura o a solicitar ayudas al alquiler. Pendientes, estas últimas, que se empiecen a conceder por el organismo autonómico y se puede conseguir hasta un 80%  de subvención del alquiler.

Sara miraba buscando respuestas a cuanto le preguntaba la funcionaria. Su mente parecía que no entendía lo que estaba sucediendo.  Si le hubieran puesto un documento reconociendo el asesinato de Jesucristo lo habría firmado. “No estoy en circunstancia para entender absolutamente nada. La situación y el tratamiento me tienen agotada” aclaró cuando se equivocó al escribir la dirección en la que se encuentra el domicilio de la vivienda que había sido su hogar los últimos años. Una vez aclarado todo entregó la llave, pero el protocolo que tiene la Junta de Extremadura exige que se entregue en el mismo domicilio. Y así se hizo.

Como había propuesto la funcionaria, en algo más de tres cuartos de hora se presentaron dos funcionarias y dos trabajadores de una empresa de cerrajería para cambiar la cerradura. Allí, una vez revisado el estado de la vivienda Sara entregó la llave que tenía. Así se cerró el segundo episodio de un hogar para la familia Roldán Navarro.

La madre de Carlos que vive en ese mismo portal se llevó un sofocón de aúpa.  Las lágrimas fueron el culmen a una acción antisocial, dejar sin un techo a una niña de cinco años.

En el transcurso de todo lo acontecido una persona informó al alcalde de Mérida, Antonio Rodríguez Osuna, de lo que estaba ocurriendo y hasta el momento de escribir este artículo el alcalde no se ha interesado por las circunstancias en las que Sara, Carlos y la hija de ambos están viviendo desde el pasado martes, sobre las 13,15 horas, que se entregó unas llaves de una vivienda social que tiene la Junta de Extremadura para solucionar este tipo de casos que a muchas personas les está tocando vivir.

Para finalizar sólo informales que a Sara le facilitaron un número de teléfono para que llame e informarse de cómo está su asunto. No les facilito el número porque diversas personas hemos llamado varias veces pero hasta el momento nadie lo ha descolgado.


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