Justicia ciega para todos

Opinión - Víctor Rodríguez

En enero 1985 la Audiencia Territorial de Sevilla anuló la orden del Ayuntamiento de Jerez de la Frontera de demoler parte del chalet de Bertín Osborne; entonces el alcalde la ciudad Pedro Pacheco dijo: “la gente dirá que la Justicia es un perfecto cachondeo, o que el rico es el que gana los pleitos”; y añadió: “que se investigue que clase de connivencias o complacencias pueden existir entre algunos magistrados y los abogados defensores de Bertín”. En diciembre de 1986 la misma Audiencia condenó a Pacheco a 6 años y un día de inhabilitación para ejercer cargos públicos y a dos meses de arresto mayor por ser culpable de cometer delito de desacato cometido en forma “directa y dolosa al realizar una larga proclama con la intención de desacreditar a los magistrados”.

En 1988 Pedro Pacheco fue absuelto. Aunque se alargó más de una década el contencioso sobre el chalet, la parte ilegal del mismo fue demolida y, al calor del contencioso, Bertín fue objeto de una inspección de Hacienda, que le obligó a pagar parte de las ganancias que no había declarado.

Garzón incoó el 6 de agosto de 2008 la diligencias previas del caso Gürtel, que se habían iniciado en virtud de una denuncia formulada dos días antes por la Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada. Las diligencias tenían por objeto investigar los posibles delitos de blanqueo de capitales, defraudación fiscal, falsedad, cohecho, asociación ilícita y tráfico de influencias.

El pasado lunes el juez instructor del Tribunal Supremo Alberto Alberto Jorge Barreiro dictó el auto de apertura de juicio oral del magistrado de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón por los supuestos delitos continuados de prevaricación y de uso de artificios de escucha y grabación con violación de las garantías constitucionales a los cabecillas de la trama Gürtel.

El caso Garzón parece muy trillado, demasiado trillado; incluso él ya se ve condenado, si bien puede acabar como el de Pacheco: con absolución e irregularidades de otros a flote.

El caso Pacheco certifica la imagen de justicia lenta. La absolución del colega de banquillo de Garzón, Ángel Luna, es señal para incrementar la credibilidad, confianza y respeto de la ciudadanía en la Justicia. Por ello, deseamos que el juicio a Garzón sea cuanto antes y pueda tener la oportunidad de probar ante el Tribunal Supremo las pruebas fundamentales que, según él, le han sido privadas.

Nos queda la duda acerca de cómo habría actuado el juez Barreiro si Garzón hubiera hecho uso de los mismos artificios de escucha y grabación a miembros de ETA. Y tenemos la certeza de que si no hubiera investigado los crímenes que el franquismo cometió después de la guerra civil, ni hubiera incoado las diligencias previas del caso Gürtel, no estaría próximo a sentarse en el banquillo.

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