La desigualdad

Opinión - Paqui Chaves Sánchez

www.nosolomerida.es | Opinión | Paqui Chaves Sánchez | Después de cinco años de reforma laboral del PP hemos leído y escuchado tantas veces a los partidos políticos de la oposición y a los sindicatos que la reforma ha sido un fracaso que acaba ocurriendo como con la corrupción: está ahí, convivimos con ella, nos asfixia, pero nos sentimos impotentes e indefensos ante sus consecuencias. La reforma laboral de Rajoy es un fracaso si atendemos al objetivo que teóricamente perseguía: reducir la contratación temporal y consolidar la indefinida, además de reducir los índices de desempleo, sin embargo, lo mismo que sucedía con el programa electoral del PP, cuando Rajoy y sus gentes aseguran una cosa quieren decir exactamente la contraria y la ocultan bajo argumentos peregrinos y datos manipulados.

La reforma laboral está consiguiendo todo lo que Rajoy y su gobierno se propusieron desde el principio: maquillar los datos del paro para que parezca que las cosas van mejorando, entretener a las personas demandantes de empleo con contratos miserables en trabajos sin cualificación ni futuro, conseguir que 400 euros parezcan un sueldo con el que ni siquiera llega para poder comer, facilitar a las empresas que puedan aligerar sus plantillas con más experiencia y antigüedad, transformar un puesto de trabajo en tres. Sin duda Rajoy es culpable de la pobreza, la miseria y la desesperanza de tantas y tantas personas, pero no porque su reforma haya fracasado sino porque está consiguiendo lo que pretendía con ella.

Ahora saca pecho ante Europa y airea que los 6 millones de parados se han reducido a 4 millones y medio, presume de ser el que crea empleo a mayor ritmo en todos los países de la UE y alardea de esas cifras macroeconómicas que alumbran una incipiente recuperación. ¿Pero a qué precio?

Es preciso hacer la prueba del nueve para comprobar si de verdad estos datos suponen que estamos saliendo de la crisis y si esa recuperación tiene estabilidad, y esa prueba no es otra cosa que los datos sobre desigualdad y ahí sí que se confirma que Rajoy no ha conseguido, porque nunca lo ha pretendido, mantener y mucho menos disminuir la desigualdad entre la ciudadanía.

La reforma de Rajoy ha conseguido que el número de ricos haya aumentado y que las clases altas sean más ricas aún. El 1% de la población acapara el 20% de la riqueza total del país y los pobres son aún mucho más pobres. Hemos preparado a la mejor generación de jóvenes y se han visto obligados a elegir entre irse a trabajar al extranjero o subsistir en trabajos temporales, sin cualificación, precarios y mal pagados. Se pisotea la dignidad de la clase trabajadora, que se ve obligada muchas veces a aceptar unas condiciones indecentes de trabajo si es que quieren conseguir algo. Tampoco les va mejor a las mujeres, que son las primeras en ser despedidas, ni a los mayores de 50 años. Perder un puesto de trabajo es una auténtica tragedia porque encontrar otro es misión imposible.

Hasta ahora, los ricos conseguían sus fortunas explotando a los países más pobres, a sus gentes y sus riquezas, ahora la explotación se produce en nuestro propio país. Somos nuestros propios explotadores.  

Pero lo peor de esto, con ser todo muy malo, es que no parece que las cosas vayan a cambiar. Como decía al principio, nos sentimos impotentes e indefensos ante tanto dolor y tantas barbaridades. Acabar con tanta pobreza y miseria requiere medidas políticas, necesitamos POLÍTICA, así, con mayúscula. Necesitamos una clase política comprometida, preparada y sin ataduras, que se dejen de mentiras y servilismos y se ocupen de hacer política con mayúscula, porque ya no podemos esperar más. Pero, de momento tenemos a todos los partidos políticos ocupados con sus asuntos.

Ciudadanos se ha reunido en congreso y se ha limitado a redefinirse como liberales progresistas y a contarnos que esperan su momento para después de 2019, cuando se celebren elecciones municipales y autonómicas y consigan gobernar, solos o en coalición.

Podemos está empeñado en decepcionar cada vez más a quienes confiaron en ellos para una nueva forma de hacer política sumidos en sus luchas de poder para controlar el partido. Nacieron con el objetivo más o menos declarado de anular al PSOE y en su afán por conseguirlo han fagocitado a IU. Copiaron sus históricas propuestas de lucha en la calle y han llegado a copiar el manido mensaje que todo lo justifica “por el bien del país”. Ahora tendrán que recomponerse y aunque hoy hablan de unidad, las caras ya reflejan lo que va a suceder: se dedicarán a “limpiar” su casa de quienes piensan diferente del líder y su entorno.

En el PSOE, lo que mal empieza peor acaba. Después de perder y perder votos, maniobraron para colocar un secretario general “provisional” que acabó revolviéndose contra los que le pusieron. En la huida hacia adelante que están protagonizando ha habido de todo, incluido golpe a la ejecutiva. Los muertos resucitan para continuar sus luchas fratricidas, los acólitos se apresuran a situarse para futuras recompensas y sus dirigentes no saben cómo sacudirse el papelón de haber dejado gobernar nuevamente a Rajoy y al PP, atrapados entre la necesidad de sobrevivir y su discurso.

Sin oposición que les pueda frenar, el PP no tiene que molestarse ni siquiera en parecer dialogante. Está dejando que los diputados aprueben iniciativas pero en realidad Rajoy está gobernando a su antojo, sumándose cuando queda políticamente correcto y vetando todo lo que no le interesa. Y es que, salvo los presupuestos, que han de aprobarse en el Congreso, el que gobierna tiene en su poder los Decretos y el Boletín Oficial del Estado, y ni siquiera tiene que cumplir ninguna medida que se apruebe por la oposición y suponga dinero para llevarla a cabo, porque así es la ley.

Este fin de semana ha sido como un paseo triunfal para Mariano Rajoy ante su gente. Aquellos que le criticaron porque no hacía nada, salvo esperar sentado mientras estuvo en funciones, han tenido que reconocerle el mérito de volver a gobernar, más por demérito de la oposición que por logro suyo, pero lo hizo.

Con estos mimbres ¿cuándo se pondrá la clase política a trabajar para acabar con la desigualdad? ¿hasta cuándo podremos esperar?



 

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