La sinrazón: Reformar para despedir

Opinión - Cartas

www.nosolomerida.es | UGT | Opinión | Ante la retrógrada reforma laboral con que el Gobierno castiga a la clase trabajadora no faltan los palmeros mediáticos que la alaban desde la insidia y el desconocimiento más supino negando incluso que se descausaliza, se facilita y se abarata el despido, que se deja expedito el camino para aligerar plantillas a un coste mínimo e incluso se acuerdan de los parados utilizándolos interesadamente para contraponerlos a los “privilegiados” trabajadores que sí tienen, por ahora, una ocupación. Pero la verdad es obstinada y el contenido del RDL 3/2012 es un incontestable y brutal ataque a los derechos de los trabajadores, ocupados y desempleados.

“El PP no pretende abaratar el despido”, dijo Rajoy en campaña. “Nosotros no somos partidarios de abaratar el despido, somos partidarios de abaratar la contratación. En un mercado laboral que está perdiendo trabajadores, en el que se está despidiendo a trabajadores, sólo falta que a los empresarios se les facilite el despido” Gonzalez Pons dixit. Los caminos por los que el PP decía que no iba a transitar son ahora su carril preferente.

El Gobierno, al dictado alemán, del FMI y de la Comisión Europea, que evidentemente yo no recuerdo haber votado, centra toda su artillería normativa no en el fomento de la creación de empleo sino en invitar a los empresarios a que hagan uso del despido. La reforma se dirige a asegurar que el despido objetivo (el más barato) sea la norma y el disciplinario se convierta en residual. Se facilita el despido colectivo sin intervención administrativa. Se favorece el despido barato porque o bien no se genera indemnización alguna (todo un logro el nuevo contrato indefinido de 364 días) o se reducen de forma generalizada las indemnizaciones.

Deberemos convivir con un despido libre y sin causa real: el despido colectivo se convierte un mero trámite para facilitar que las empresas se desprendan de sus trabajadores con causas vagas y genéricas, por parte del empresario, que todos deben aceptar sin rechistar. El incremento del poder discrecional del empresario alcanza en esta reforma su máxima expresión, otorgándole nuevas prerrogativas exorbitadas para manejar a su antojo las condiciones en que debe prestarse el trabajo. El que no pase por el aro, a la calle.

Se avanza en la segmentación del mercado laboral entre las pymes con menos de 50 trabajadores y las restantes empresas, con condiciones de trabajo distintas entre unas y otras. El RD Ley invade la regulación de la negociación colectiva estimulando la desregulación y la fragmentación. Se da así un paso enorme hacia la individualización de las relaciones laborales, la vieja pretensión de la patronal más arcaica. Y si faltara algo en este catálogo de despropósitos se pretende criminalizar a los perceptores de desempleo y despedir a los trabajadores del sector público.

No hay ideas nuevas, sólo viejas recetas neoliberales, mentiras y engaños. Este no es el camino: Hay que incentivar la contratación y el consumo, no el despido y la contracción económica. Vamos hacia un mercado de ínfima calidad en el que los mejor formados se irán al extranjero. Estamos dando un paso más hacia el siglo XIX.

Esta perniciosa reforma laboral, con notables componentes de inconstitucionalidad, provocará conflictividad y una degradación de las condiciones de trabajo de todos y cada uno de los trabajadores de este país haciendo a la población española más desigual y más pobre a través de una devaluación salarial encubierta y permanente. Va a tener un coste social y humano irreversible. No es una amenaza virtual, es un atropello real de nuestros derechos, está pasando y nos afecta a todos.¿Es esto lo que realmente queremos?.

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