Día 8 de marzo: Yo también paro

Opinión - Paqui Chaves Sánchez

www.nosolomerida.es | Opinión | Paqui Chaves Sánchez | El 8 de marzo día internacional de la mujer. Se recuerda la muerte de 140 mujeres trabajadoras reivindicando mejoras salariales y laborales a comienzos del siglo XX en Estados Unidos. ¿Cuántas personas conocen, aunque sea someramente, por qué se celebra este día? ¿Les importa a muchas de ellas? Parecen cosas del siglo pasado, hoy ya no sucede esto, las mujeres trabajan cuando quieren hacerlo (lo de la crisis es para todos) y cuando realizan el mismo trabajo que un hombre tienen el mismo sueldo. Estoy cansada de oír estas justificaciones y no hace tantos días que ha sido la última vez. Somos machistas por educación, nos educaron para anteponer el bienestar familiar a nuestro desarrollo personal y muchas mujeres hemos optado por la doble jornada, en casa y en la empresa, para no tener que elegir entre la actividad profesional o la familiar.

Son muchas, muchas las ocasiones durante mi vida laboral en las que me ha tocado realizar mi trabajo y el de otra compañera o compañero que ganaban lo mismo que yo e incluso algunas veces más, y eso ha sucedido hasta el final de mi vida laboral. Lo haces porque te gusta tu trabajo, porque quieres que todo salga bien, pero lo curioso es que se convierte en algo normal para tus jefes, que te lo demandan sin apenas valorar tu esfuerzo y que se permiten el lujo de abroncarte cuando algo no resulta como ellos quisieran. Por dos veces recibí un ramo de flores como disculpas después de sendas broncas, en la tercera ocasión rechacé el trabajo que me estaban ofreciendo y que ya comenzaba con discusiones antes, incluso, de iniciarse.

Poco importa si es justo o no, cuando tomas la decisión de cortar los abusos que se están produciendo la reacción es hacerte considerar culpable y casi siempre lo consiguen. Las mujeres hemos sido educadas para el sacrificio por el bien superior, si algo no va bien en casa la culpa es nuestra, si los hijos son problemáticos la culpa es nuestra, si algo no está como debiera es por nuestra culpa, y lo peor es que a fuerza de repetirlo acabamos creyéndolo nosotras mismas y nos hacen dudar hasta de nuestra propia vida.

¿Cuántas veces hemos oído justificar la violación de una mujer por causa de su comportamiento o por su forma de vestir? Y no me estoy refiriendo a los líderes religiosos, esos personajes retrógrados y misóginos, sino a personas normales que te encuentras por la calle habitualmente. ¿Quién no ha escuchado esa manida frase de “ahora ya es que no se aguanta nada”? Siempre que oigo a una mujer decir eso siento una profunda tristeza porque sé que detrás de sus palabras hay muchos años de aguantar y aguantar “porque así tiene que ser”  

Pero las mujeres no somos criadas ni propiedad de nadie. Somos personas con todos los derechos y libertades. Queremos decidir sobre nosotras mismas, sobre nuestro cuerpo y nuestra vida sin tutorías de ninguna clase, porque tenemos derecho a ser lo que queramos y a decidir cómo lo hacemos.

Por eso, el 8 de marzo YO TAMBIÉN PARO. Como miles y miles de mujeres de más de treinta países van a parar. Por cada una de las mujeres asesinadas a manos de sus parejas, que se creían los dueños de sus vidas; porque ninguna vuelva a ser violada; por todas las mujeres que cobran menos que sus compañeros haciendo el mismo trabajo; por todas las que son relegadas en sus ascensos profesionales por el hecho de ser mujeres; por tantas y tantas niñas, adolescentes y jóvenes que continúan sufriendo los mismos problemas que nosotras después de muchos años de lucha. Y es que las estadísticas no son solo datos, detrás de cada cifra, de cada número, hay una persona que merece nuestro apoyo, nuestra ayuda, la de todas.

La vida, la libertad, la seguridad de las mujeres SON UNA CUESTIÓN DE ESTADO, lo que se necesita es que LOS líderes políticos de nuestro país se pongan manos a la obra y trabajen para hacerlo Cuestión de Estado.

Pero también son una cuestión de todos y cada uno de nosotros, hombres y mujeres, porque como dice Gioconda Belli en su novela “La mujer habitada”: todos somos machistas, lo que importa es qué haces para cambiar eso.

Cambiemos desde hoy mismo, exijamos que las leyes protejan los derechos y libertades de las mujeres, que se cumplan esas leyes con los medios necesarios y profesionales preparados, que nunca más atacar o despreciar a una mujer por el hecho de serlo quede impune, porque nos va la vida en ello.     

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