La reforma de los kioscos de la Plaza de España

Opinión - Paqui Chaves Sánchez

www.nosolomerida.es | Opinión | Paqui Chaves Sánchez | Seguramente no me habría planteado escribir sobre la reforma de los kioscos de la Plaza de España si no hubiera leído algunos de los comentarios que se han vertido estos días por las redes sociales, adornando fotos grupales en torno de alguno de ellos, como si el mundo que conocemos se acabase para siempre o como si peligrase el clasismo de muchas de esas personas, que es en realidad lo único que creo les preocupa.

Que Mérida es Patrimonio de la Humanidad lo sabemos casi todas las personas emeritenses y muchas en el resto de España. Que este reconocimiento conlleva algunas responsabilidades y servidumbres a la hora de realizar obras en la ciudad lo conocen muy bien quienes han visto cómo tenían que adaptar las reformas de sus viviendas o sus negocios al Plan Especial de Protección vigente, que obliga a respetar su contenido a toda la ciudadanía y también a las administraciones local, autonómica y estatal.

Reformar los kioscos de la Plaza de España no es ninguna excepción, se deben cumplir los trámites necesarios y contar con los preceptivos informes que avalen el derribo de los ya existentes y el nuevo proyecto. Pero una obra como ésta, que afecta a la imagen de la ciudad y a los intereses de los implicados, debe responder también a otras cuestiones esenciales: ¿es necesaria la reforma? ¿el nuevo proyecto es el adecuado? y ¿cómo afecta a las personas?

A la primera pregunta seguro que toda la ciudadanía responde que sí. Ni las condiciones higiénicas ni las sanitarias de los kioscos existentes son las adecuadas. Esas construcciones respondían a una época en la que la Plaza de España disponía de aseos públicos, situados en el subsuelo hueco que tiene la plaza y con una terraza encima en la que la banda de música municipal daba conciertos. Cuando los aseos desaparecieron, hace ya muchos años, nadie planteó que esos servicios eran imprescindibles y obligatorios, más bien miraron para otro lado, y quienes frecuentábamos los kioscos teníamos que recurrir al entonces hotel Emperatriz, al Casino, al propio Ayuntamiento - en función del clasismo imperante- o, más tarde, al Vía Flavia y a los bares que se han ido estableciendo alrededor de la plaza. Pero esta situación ya es inaguantable, mucho más para una ciudad que como Mérida depende económicamente del turismo, las quejas de los visitantes por la falta de infraestructura de los kioscos las hemos escuchado todos.

Pero la reforma también tiene una vertiente estética y en esto seguro que hay más discrepancias. En mi opinión los kioscos parecían más un chiringuito playero que los que corresponden a una plaza con edificios protegidos, más propios de instalaciones temporales que de una ciudad Patrimonio de la Humanidad. Hacer una obra para dotar a los kioscos de servicios públicos y dejar la fachada existente habría sido un despilfarro económico y un despropósito.

En cuanto al nuevo proyecto, tengo que decir que lo poco que conozco de él no me seduce. Tan solo he visto algunas imágenes que han salido en los medios de comunicación ya que cuando, al parecer, se expusieron todos en el patio del Ayuntamiento yo no los vi. Lo he buscado en la página web del Ayuntamiento y he podido ver todos los informes, todos los trámites y todas las notas de prensa relacionadas, por lo que quiero felicitar al equipo de gobierno de la ciudad por la transparencia, pero esa transparencia desaparece al llegar al proyecto. Existe el enlace pero vacío y no se puede acceder al proyecto, o al menos yo no he podido hacerlo en ninguna parte.

Y digo que lo que he visto no me seduce porque parecía que se querían convertir en el centro de atención de toda la plaza, cuando la función estética que deben cumplir no es competir con los edificios protegidos sino resaltarlos, aunque el mantenimiento de ellos deje mucho que desear, pero esa es una cuestión para otro momento. Como construcción horrorosa y fuera de lugar ya tenemos el kiosco de prensa. Tendré que esperar los resultados.

En cuanto a las personas afectadas por la decisión de la reforma, es entendible que los antiguos concesionarios hayan protestado, forma parte de la condición humana intentar asegurarse la supervivencia y si puede ser en condiciones ventajosas. Explotar los kioscos durante más de treinta años, sin hacer inversiones, con un canon pequeño e, incluso, subarrendando a otros esa explotación son condiciones que muy pocos empresarios tienen en sus negocios. Y aunque en los últimos tiempos la actividad comercial no haya sido buena para casi ninguno de ellos, más propiciada por el desinterés en actualizarse que por la competencia de otros negocios, han obtenido rentabilidad durante muchos años.

Pero que algunas personas utilicen a los trabajadores para echárselos encima al ayuntamiento porque se quedan en paro es indecente e inhumano. Como lo es el que la inmensa mayoría de ellos cobre unos sueldos míseros y tenga contratos precarios. Desgraciadamente la situación de esos trabajadores no es diferente a la de otros muchos que se quedaron en paro al final del verano o que pierden su trabajo cada día, es la tragedia que vivimos por la falta de empresas y proyectos viables que creen empleo. Los kioscos no desaparecen, se transforman y los empleos se recuperarán en unos meses, pero es lamentable que se haya utilizado a estos trabajadores como escudos humanos para mantener los privilegios clasistas de algunas personas e intentar desgastar al alcalde y su equipo de gobierno.   

 

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