Un clásico (pos)moderno

Tiresias

www.nosolomerida.es | Festival de Mérida | Ara Malikian Sinfonic | Vaya por delante que al cronista le duele en el alma certificar que lo mejor del Festival de Teatro Clásico de Mérida sea un concierto sinfónico cuya inclusión en la programación responde más a intereses espurios que a criterios programáticos, reiteradamente violados por una dirección más (pre)ocupada por las finanzas que por el arte. Remilgos al margen, bendito dolor.

El espectáculo que aquí y ahora se vende como ‘Ara Malikian Sinfonic’ es, en puridad, la evolución (más o menos) lógica de lo que comenzó siendo un concierto extraordinario grabado en noviembre de 2014 en el Teatro Real de Madrid —y publicado en CD y DVD a comienzos de 2015— para celebrar los quince años del extravagante violinista como residente español. En aquella ocasión le acompañaron sobre el escenario amigos y colaboradores tan distintos como Iñaki Antón (Extremoduro), Lamari (Chambao), Emilio Aragón, Kepa Junkera o Los Secretos, pero, sobre todo, una reducida banda de cuerda y percusión que, posteriormente, se convirtió en el soporte de una gira que paseó una versión reducida y (algo) descafeinada de lo allí sucedido por todos los rincones de la geografía española. Al abrigo del éxito, el proyecto amplió sus miras celebratorias junto a la Joven Orquesta del Bicentenario del Teatro Real y devino en ’15 Sinfónico’, que esta vez suponía una versión corregida (y aumentada) del propósito inicial. Finalmente, en Mérida se ha podido disfrutar un resultón híbrido de todo ello, con la Ara Malikian Symphonic Orchestra como respaldo y una impecable formación principal integrada, definitivamente, por Jorge Guillén (violín), Humberto Armas (viola), Nantha Kumar (tablas indias), Héctor ‘El Turco’ (batería), Cristina López (chelo) y Tania Bernáez (contrabajo).

 

En cuanto al (pos)moderno repertorio, poco queda de aquel primer concierto —acaso un puñado de composiciones propias—, porque el grueso del setlist se ha visto notablemente enriquecido, tanto en la calidad de las composiciones seleccionadas como en su variedad, ofreciendo un viaje en el tiempo y en el espacio que conforma la heterodoxa banda sonora que acompaña a una vida de película: la de un violinista español, nacido libanés, con ascendencia armenia, formado en Alemania e Inglaterra, que ha tocado con orquestas y en salas de medio mundo. Así, el concierto mezcla de manera desprejuiciada arias de Bach y coplas que homenajean a Lola Flores (‘Ay, pena, penita, pena’), ópera españolizante (‘Fantasía Carmen’, de Sarasate) y pop universal (‘Life on Mars’, de Bowie), flamenco orientalizado (‘Zyryab, de Paco de Lucía) y rock indiano (‘Kashmir’, de Led Zeppelin). Pero, lo que convierte en formidable la propuesta es su capacidad para seducir, por igual, a públicos aparentemente antagónicos, hecho que permite a un puñado de adolescentes gozar con el estacional Vivaldi al tiempo que emociona a un grupo de (pre)jubiladas haciéndolas escuchar, quizá por primera vez, a Radiohead.

Para que todo ello fluya, Ara Malikian echa mano de sus dotes de showman, que tienen mucho de innatas pero que se han visto potenciadas en los últimos años merced a sus extraordinarias colaboraciones teatrales —verbigracia, su estrafalaria entente con la compañía Yllana— y sus divulgativas incursiones televisivas —‘Pizzicato’, en TVE—. El resultado es un cruce bastardo entre un concierto de rock para las masas y una sucesión de monólogos humorísticos preñados de verdadera gracia, que llevan al público del aplauso entusiasta a la sana carcajada sin solución de continuidad durante dos horas y cuarto. Sin artificios, pero con una justa dosis de perifollo, el violinista y sus cómplices se adueñan de una ceremonia dramatizada en la que se desnuda una trayectoria admirable.

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