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FESTIVAL DE TEATRO CLÁSICO DE MÉRIDA

www.nosolomerida.es | V ‘Encuentro con los clásicos’

El ciclo de conferencias Encuentro con los clásicos ha clausurado su quinta edición con la ponencia de la catedrática de la Universidad de Extremadura María Luisa Harto Trujillo. Esta charla, la sexta del ciclo, despide una entrega que ha revisado y analizado algunos de los textos que propone esta 62 edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida durante dos semanas, en la que han participado catedráticos de las universidades de Extremadura, la autónoma de Madrid y la portuguesa de Coimbra e investigadores del Museo Nacional de Arte Romano bajo la coordinación del catedrático Santiago López Moreda.

 


La guerra de las mujeres en Lisístrata


La catedrática de la Universidad Autónoma de Madrid Carmen González Vázquez fue la encargada de retomar el ciclo el pasado miércoles. Con una ponencia titulada La guerra de las mujeres, González analizó Lisístrata, el texto de Aristófanes que reivindica una solución política a un conflicto bélico desde un punto de vista femenino: sin humillaciones y sin mermar los recursos económicos de la ciudad. “La mujer tiene la capacidad de dialogar y ser flexible con las reivindicaciones de otros, por eso no renuncia a que esa capacidad de diálogo sea panhelénica y trascienda los límites de la casa y de la familia para beneficiar a la ciudad y a toda Grecia”, defendió.

La catedrática definió al personaje de Lisístrata como “el triunfo de la palabra inteligente sobre el discurso facilón y repetido”. Según explicó, las mujeres de esta obra no encuentran enemigas en las mujeres de las otras ciudades con las que Atenas está en guerra, sino que las convierte en aliadas buscando el elemento común que tienen todas ellas. “Son mujeres griegas perjudicadas por las decisiones equivocadas de los gobernantes varones  que, en definitiva, perjudican a todos”.

Por ello, deciden hacer la guerra con “un estrangulamiento doble”: por un lado doméstico, mediante la huelga sexual y del cuidado de los niños,  y por otro social, con el asalto de las mujeres más mayores a la guarida del oro, para que los políticos no puedan seguir financiando la guerra.


La iconografía de Hefaistos y Vulcano


El jueves llegó el turno de la investigadora y conservadora del Museo Nacional de Arte Romano Trinidad Nogales y su charla Hefaistos-Vulcano, iconografía de un mito clásico. Nogales explicó que en el mundo grecorromano estuvo muy presente tanto el fuego como su personificación en el dios griego Hefaistos y el romano Vulcano, un mito del que se hacen eco las fuentes iconográficas tales como cerámicas, esculturas y numismática. “En los vasos griegos, esencialmente los de producción ática, las figuras rojas o negras ilustran sobre este dios y sus ciclos vitales, de compleja narrativa por sus ciclos amorosos con Afrodita-Venus y Atenea”, ejemplificó la investigadora.

Durante su charla, Nogales aseguró que este ciclo narrativo fue adoptado por Etruria, plasmándose en los espejos de bronce o las urnas funerarias, y de ahí a Roma que “como heredera de la iconografía precedente, mantuvo los ciclos mitológicos relacionados con el dios y amplió su iconografía en diferentes soportes escultóricos y votivos”.


El análisis de Marco Aurelio


La encargada de clausurar esta edición fue la catedrática de la Universidad de Extremadura María Luisa Harto Trujillo el pasado viernes con una conferencia sobre la figura de Marco Aurelio titulada Marco Aurelio a escena: vida, pensamientos y muerte en dos actos. La catedrática argumentó por qué resulta un personaje propio de un drama ya que, en la melancolía que caracterizó su vida se atisbaba una profunda insatisfacción. “Aparece como personaje destacado en novelas famosas pero hasta ahora ningún autor se había atrevido a hacerlo protagonista de una tragedia, no tanto como emperador sino como hombre”, explicó aludiendo a la obra de Agustín Muñoz Sanz.

Según Harto, este texto presenta a un Marco Aurelio desvestido de la púrpura imperial, de la armadura de militar y de la toga de filósofo para hablar del hombre que reflexiona sobre lo que ha sido su vida y cómo, frente a los éxitos públicos y profesionales, ha fracasado en lo personal. “Es curioso, pero Marco Aurelio, que había llegado a ser tan buen filósofo, tan buen emperador, tan buen militar, no tuvo tiempo para ser hijo, marido y, en definitiva, para ser hombre”, sostuvo la catedrática. “Lo peor es que, sin duda alguna, a quien más se había fallado es a sí mismo”, concluyó.

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