Enésima burrada

Tiresias

www.nosolomerida.es | Festival de Mérida | EL ASNO DE ORO | “El Brujo’ hace el burro en Mérida”, “El burro parlante de Mérida”… Ustedes perdonarán pero… o un servidor se ha tornado susceptible en demasía o cualquiera diría que la prensa madrileña se ha confabulado para asestar, desde los titulares de sus crónicas/reseñas, el golpe definitivo a la cansina racanería artística del mayor bufón que se recuerda en el reino de España. Al actor nacido como Rafael Álvarez comienza a agotársele la bula crítica concedida en virtud de su glorioso pasado, y la pesada broma en la que se han convertido sus últimos proyectos va siendo cada vez más difícil de soportar.

La repetitiva receta extendida por ‘El Brujo’ en cada (¿nueva?) propuesta quedó recogida en esta misma parcela mediática hará cosa de un año y, con ánimo de evitar los pecados que traen por la calle de la amargura al susodicho, echaremos mano de la bendita autocita, aunque solo sea por ahuyentar molestas redundancias: “Reconoce en medio de su espectáculo (con desacostumbrada sinceridad) que elige los títulos ‘para despistar’, porque luego, ya metido en faena, reduce las referencias a los textos clásicos a su mínima expresión, ignora la solución a los problemas y preocupaciones cotidianos y se centra, ejerciendo de bufón más que de aedo, en hacer reír a (al tiempo que se ríe de) los poderosos. La gente se limita a figurar como comparsa cómplice en una ceremonia articulada en torno al humor más populista que, solo de cuando en vez, ofrece algunos destellos de profundidad y lirismo”.

Eso es lo que, con motivo de una Odisea sui generis sintió Tiresias el verano pasado, y en la misma línea ponía el punto final a su reseña festivalera: “Sucede que, quienes ya somos veteranos en la costumbre de contemplar estas ‘brujerías’, detestamos que uno de los actores más dotados de nuestra escena infrautilice su talento ciñéndose a la maldita ley del mínimo esfuerzo, y echamos de menos aquellos tiempos en que ‘El Brujo’ aún no era el Juan Palomo actual —versiona, dirige, interpreta y… mucho más— y sabía ponerse en manos de un equipo técnico y artístico: porque así parió genialidades como La taberna fantástica o Anfitrión y porque de eso hace ya demasiado tiempo”.

Poco cabe añadir hoy a lo denunciado entonces. Acaso, subrayar que cuesta entender el concepto vendido por la propaganda festivalera —“estreno mundial”— para catalogar el engendro perpetrado por ‘El Brujo’ para con la picaresca peripecia narrada por Apuleyo en El asno de oro. Mal que les pese a los promotores de la cosa, el último atraco protagonizado por el juglar andaluz repele cualquier amago de defensa: como monólogo deudor del costumbrista ‘Club de la comedia’, se nos antoja paupérrimo y deslavazado; como pieza de teatro clásico, ay, mejor mirar para otro lado y seguir buscando el porqué de un Festival de Mérida absolutamente desnortado.

 

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