¿Y el sentido común?

Opinión - José Luís Arellano Herrera

www.nosolomerida.es | Opinión | José Luís Arellano Herrera | Desde el 20 de Octubre de 1864 en el que llegó el ferrocarril a Mérida y por ser el centro geográfico, industrial y comercial más importante de Extremadura aparte del lugar estratégico y actuando en consecuencia con las necesidades ferroviarias de una región como la nuestra, ya que es aquí donde se cruzan todas las vías de Norte a Sur y de Este a Oeste, la plantilla de trabajadores llegó a sumar más de 800 empleados de todas las categorías.

En aquellos años la estación de Mérida fue clasificada como de primera categoría por ser un nudo de comunicación inmejorable tanto de pasajeros como de mercancías y recuerdo que al taller ferroviario con un foso de grandes dimensiones que actualmente existe, lo llamábamos vulgarmente “El Cocherón” que era un hervidero de mecánicos de todo tipo, trabajadores de Renfe y no de empresas privadas.

Ya en 1879 se puso en marcha la línea de Mérida-Zafra que nos unía a Sevilla, lo que significó para Mérida y para toda Extremadura un punto importante de inflexión que nos revitalizó comercial e industrialmente; y fue tal la importancia ferroviaria que tuvo esta ciudad emeritense, que además de todo ello una Brigada militarizada (La Brigadilla) con más de 50 hombres comandada por D. Hilarión Arroyo vigilaba y controlaba la circulación de todos los trenes que entraban y salían.

¿Después de esta narración a donde quiero llegar?, pues quiero preguntarme si a la hora de hacer una inversión importante para mejorar la situación ferroviaria en el ámbito de los talleres, es más importante conseguir votos electorales en poblaciones con mayor ciudadanía o llevar los talleres al lugar histórico más y mejor situado de Extremadura, en donde la nueva construcción de los mismos no llegaría ni a los dos meses y no a los dos años y medio como parece ser que ocurrirá si Dios no lo remedia, y lo digo solo por una cuestión de sentido común, que dicho sea de paso, es el más común de los sentidos, pero hay quien se tapa los ojos para no ver ni sentir, con lo claro que está.

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